¿Industria “magnífica” en Extremadura?
Artículo de opinión de la secretaria general de UGT Extremadura, Patro Sánchez, en el Periódico Extremadura.
Fecha: 07 Oct 2024
De forma recurrente los responsables de política industrial en Extremadura, cuando el INE publica cada mes el Índice de Producción Industrial valoran los datos con apelativos como «magníficos». Obvian que se trata de una cifra que varía sobradamente dada la estacionalidad de algunas de las actividades industriales que existen en nuestra región y olvidan vincularla en muchos casos con un alza de la producción energética, tan habitual en Extremadura y cuya contribución a la riqueza y al empleo regional es manifiestamente mejorable.
Pero con ser cuestionable esta apreciación, lo es más cuando a reglón seguido se afirma de forma voluntariosa que la situación, se entiende de la industria en Extremadura, “está cambiando”. Frente a estas declaraciones que echan las campanas al vuelo, la tozuda realidad se encarga de desmentir esa transformación, pese al optimismo exacerbado de algunos.
No nos engañemos. La industria en Extremadura tiene un peso del 14,4% en el PIB regional. Si se detrae la importante presencia de la producción de energía, la industria manufacturera solo aporta un 6,6% a la riqueza regional, muy por debajo del 11,4% que representa a nivel nacional. Como suele pasar, el dato mata el relato. Y, aunque es casi una obligación de nuestros gobernantes el infundir optimismo, no lo es menos no generar esperanzas sin base ni vender humo.
Tenemos el tejido industrial que tenemos y, evidentemente, nos gustaría disponer de un ecosistema industrial fuerte, diversificado y sostenible que contribuyera al desarrollo económico de la región y que generara empleos estables y con mejores salarios. Este sí sería el verdadero cambio que Extremadura necesita para abandonar definitivamente el furgón de cola, para dejar de ser un territorio huérfano en industrias de entidad. Pero pareciera que todos los esfuerzos gubernamentales van hacia lo micro que, con ser esencial, no puede provocar el efecto palanca que requiere nuestro desarrollo.
Desde hace años -véase esta misma tribuna en febrero de 2022- UGT Extremadura viene reivindicando una nueva estrategia industrial a largo plazo, coordinada entre las distintas administraciones presentes en nuestro territorio, con planes, con fondos y con objetivos ambiciosos.
Es cierto que en la Declaración Institucional por el Diálogo Social de diciembre de 2023 se prevé la elaboración de esta Estrategia de industrialización, pero, hasta ahora, no se ha dado ni un solo paso para hacerla realidad. Todo el mundo puede entender que disponer de un pacto de región por la industria serviría de acicate y de referencia para potenciales agentes inversores en Extremadura.
El diseño de una política industrial a través del diálogo social debe permitir y armonizar a nivel sectorial, horizontal y territorial las actuaciones que se pueden estar llevando a cabo para implantar iniciativas empresariales en nuestra región y para apoyar los proyectos de inversión que están sobre la mesa en sectores estratégicos. De forma complementaria tenemos que trabajar sobre el factor humano impulsando la formación y capacitación profesional y conectando las empresas con los centros educativos y de investigación.
Cabe recordar en este punto la demanda de UGT de que todo proyecto industrial subvencionado contenga no solo la descripción de la inversión en fases productivas y de mercado, sino también la afectación a la plantilla en términos de una presencia más equilibrada de trabajadoras y trabajadores y los compromisos en relación con ello.
El salto cualitativo y cuantitativo de la industria que necesita Extremadura no se refleja en un simple índice estadístico mensual y, menos cuando como refleja la EPA en los últimos tres trimestres consecutivos en la industria extremeña han desaparecido 6.500 empleos. Dice mucho de la evolución del sector el hecho de que en 2008 había más empleo en la industria en Extremadura que actualmente.
Resulta urgente que aunemos voluntades y dediquemos más esfuerzos a dotar a nuestro territorio de las mejores condiciones en recursos humanos formados e infraestructuras físicas y de telecomunicaciones para hacerlo atractivo a las inversiones industriales, tanto endógenas como foráneas, que puedan plantearse en los próximos años. No asumir ya este reto y volver a aplazar esta política supondría no afrontar esta asignatura pendiente, crucial para nuestro futuro. Enfrentarse a este déficit estructural de la economía extremeña es un reto mayúsculo pero insoslayable, que no puede enmascarar un dato estadístico coyuntural por bueno que sea.
Artículo de opinión El Periódico de Extremadura